"Human duality"
Cuando nuestra
razón discrepa de los sentimientos creamos un verdadero conflicto. La lucha con
nuestros dos”yo” es una complejidad que habita en nosotros, de ahí que “nuestra
realidad” se bifronte.
Por un lado la razón
nos propone y explica sus argumentos y nos presenta su héroe o abanderado que no es otro que el
“ego". Por otro lado,
contrario a la razón, afloran los sentimientos, ofreciéndonos como paladín el tan mal interpretado Amor: del que no queda más que un concepto vacío de contenido.
Esta dualidad de
conocimientos nos invita, en el mejor de los casos, a tomar conciencia de la
situación, despertar y actuar de forma coherente y equilibrada, a sabiendas de que el azar no ejerce su fuerza como pensábamos, sino que son los
acontecimientos y circunstancias personales los que van dotando de “sentido”a
la vida de cada cual.
No olvidemos que la vida es un regalo y en
nosotros está la ardua tarea de hacerla,
de fabricarla, de tejerla e ir construyendo nuestro propio proyecto. Un
proyecto que ha de ser coherente y equilibrado ya que ahí radica la grandeza del ser humano. Pero no siempre es así.
Hay situaciones en
las que se antepone la razón, olvidando, separando su conexión con los
sentimientos y generando, una gran batalla interna liderada por el ego. Ante
ésta dicotomía el ser humano empieza a buscar culpables. Se siente con miedo y
atacado. Es tal el abandono, la carencia y la incoherencia emocional que sufre;
que se plantea, como solución, cambiar situaciones personas y cosas. Cuando
realmente lo que necesita es acallar los miedos que llevan implícito el ego.
Mientras estamos
dominados por ese otro “yo” somos capaces de vislumbrar culpables en nuestro
entorno; enjuiciando y juzgando situaciones y personas cuando nos percatamos
que actuan según su libre albedrío. Nuestro ego es dañado, y se siente molesto
por lo que sigue enjuiciando y reprochando de “egoistas” a situaciones y
personas. Quizá porque juzgamos lo que no entendemos, o quizá porque proyectamos
en los demás, aquella parte de cada cual que no nos gusta de nosotros mismos.
Mientras tanto razonamos y justificamos acciones propias como verdades
absolutas. Engañamos a los demás, y lo más absurdo de todo; nos engañamos a
nosotros mismo haciendo lo que no deseamos hacer y creando un conflicto
interno.
Entonces ¿dónde está el agresor? si nos asalta
nuestro ego y éste mantiene una disputa con nuestra paz interior. ¿Dónde está
el conflicto que debemos resolver? Si la pugna generada es interna y dual entre
nuestro pensamiento y nuestros sentimientos.
Somos creadores de nuestras vidas, no
impostores. Con cada elección que tomamos vamos trazando nuestro camino y éste
debería conducirnos a la coherencia al equilibrio y a desarrollar, ademas del
pensamiento, todo nuestro potencial interno. Abrámonos al mundo y a los demás;
no quedemos atrapados sólo por la razón y la imposición. Dejemos fluir también
el querer y los sentimientos. De lo contrario, podemos permanecer en continua
crisis interna y acabar siendo y actuando como otros pretenden, excluyendo así, de nuestras vidas, la posibilidad de experimentar otra realidad.
Ardilla
Texto: Ardilla
Foto: Internet