Amo a los jóvenes desafiantes jinetes del aire,
pobladores de pasillos en las Universidades,
rebeldes, inconformes, planeadores de mundos diferentes.
Amo a los obreros, esos sudorosos gigantes morenos,
que salen de madrugada a construir ciudades.
Amo a los carpinteros que reconocen a la madera como a su
mujer,
y saben hacerla a su modo.
Amo a los campesinos que no tienen más tractor que su
brazo,
que rompen el vientre de la tierra y la poseen.
Amo compasiva y tristemente, a los complicados hombres
de negocios,
que han convertido su hombría en una sanguinaria máquina de sumar,
y han dejado los pensamientos más
profundos, los sentimientos más nobles por cálculos y métodos de explotación.
Amo a los poetas -bellos ángeles lanzallamas-
que inventan
nuevos mundos desde la palabra
y que dan a la risa y al vino, su justa y
proverbial importancia,
que conocen la trascendencia de una conversación
tranquila bajo los árboles, a esos poetas vitales que sufren las lágrimas y van y dejan
todo y mueren para que nazcan hombres con la frente alta.
Amo a los pintores -hombres colores- que guardan su
hermosura para nuestros ojos y a los que pintan el horror y el hambre, para que
no se nos olvide.
Amo a los solitarios pensadores,
los que existen más allá
del amor y de la comprensión sencilla,
los que se hunden en titánicas
averiguaciones y se atormentan día y noche ante lo absurdo de las respuestas.
A todos amo con un amor de mujer, de madre, de hermana,
con un amor que es más grande que yo toda, que me supera
y me envuelve como un océano donde todo el misterio se revuelve en espuma...
Amo a las mujeres desde su piel que es la mía.
A la que se rebela y forcejea con la pluma y la voz
desenvainadas,
a la que se levanta de noche a ver a su hijo que llora,
a la que
llora por un niño que se ha dormido para siempre,
a la que lucha enardecida en
las montañas,
a la que trabaja -mal pagada- en la ciudad,
a la que
gorda y contenta canta cuando echa tortillas en la pancita caliente del comal,
a
la que camina con el peso de un ser en su vientre, enorme y fecundo.
A todas las amo... y me felicito por ser de su especie.
Me felicito por estar con hombres y mujeres aquí, bajo
este cielo, sobre esta tierra tropical y fértil, ondulante y cubierta de
hierba.
Me felicito por ser y por haber nacido, por mis pulmones
que me llevan y me traen el aire, porque cuando respiro siento que el mundo, todo entra en mí y sale con algo mío, por estos poemas que escribo y lanzo al
viento para alegría de los pájaros, por todo lo que soy y rompe el aire a mi
paso,
por las flores que se mecen en los caminos y los
pensamientos que, desenfrenados, alborotan en las cabezas, por los llantos y
las rebeliones.
Me felicito porque soy parte de una nueva época, porque he comprendido la importancia que tiene mi
existencia, la importancia que tiene tu existencia, la de todos, la vitalidad de mi mano unida a otras manos,
de mi canto
unido a otros cantos.
Porque he comprendido mi misión de ser creador,
de alfarera de mi tiempo que es el tiempo nuestro,
quiero irme a la calle y a los campos,
a las mansiones y
a las chozas a sacudir a los tibios y haraganes,
a los que reniegan de la vida
y de los malos negocios,
a los que dejan de ver el sol para cuadrar balances,
a
los incrédulos, a los desamparados,
a los que han perdido la esperanza,
a los que ríen y cantan y hablan con optimismo;
quiero traerlos a todos hacia la madrugada,
traerlos a
ver la vida que pasa con una hermosura dolorosa y desafiante,
la vida que nos espera detrás de cada atardecer
-último testimonio de un día que se va para siempre,
que sale del tiempo y que nunca volverá a repetirse-.
Quiero atraer a todos hacia el abrazo de una alegría que
comienza,
de un Universo que espera que rompamos sus puertas,
con la energía de
nuestra marcha incontenible.
Quiero llevaros a recorrer los caminos,
por donde avanza
-inexorable- la Historia.
Porque los amo quiero llevarlos de frente a la nueva
mañana,
mañana lavada de pesar, que habremos construido todos.
Vámonos y que nadie se quede a la zaga,
que nadie perezoso,
amedrentado, tibio, habite la faz de la tierra,
para que este amor tenga la
fuerza de los terremotos, de los maremotos,
de los ciclones, de los huracanes y todo lo que nos
aprisione vuele convertido en desecho mientras hombres y mujeres nuevos, van
naciendo erguidos luminosos como volcanes...
“G. Belli”
Ardilla |
ik zal er een vertaler op los gaan laten zodat ik er de volgende keer goed op kam reageren
ResponderEliminarGracias por estar y compartir.
EliminarAbrazos
¡Muy bueno Olga! Yo quiero ponerme a tu lado para amar a todos esos que tú amas. Es la clase de seres humanos que necesita la humanidad.
ResponderEliminarUn abrazo y feliz fin de semana.
Gracias Marina, sé que no es fácil aceptar a la gente tal y como son, pero si nos analizamos a nosotros mismos, comprenderemos lo bueno que tiene cada cual. Nos han enseñado a sufrir y a vivir con el sufrimiento, pero no nos han enseñado a ser felices y amar de verdad al mundo.;así nos va.
EliminarUn abrazo
Gracias amiga viajera por compartir.
ResponderEliminarUn abrazo
Me gusta mucho, qué bueno que lo compartes, es un canto a la vida. Ardilla: Feliz de visitarte, te dejo un fuerte abrazo de anís.
ResponderEliminarHola Sara. Efectivamente un canto a la vida. Apostar por todos sin distinción. Estoy harta de escuchar solo negativo en los medios de comunicación sin apreciar lo bueno y positivo que existe en el ser.
EliminarAbrazos amiga
Muy buena tu publicación Ardilla, así deberíamos actuar todos amando siempre a nuestro alrededor.
ResponderEliminarUn abrazo,
Si amiga sé que es difícil abrazar a la gente y aceptarla tal y como son pero no imposible. Siempre es bueno intentarlo.
EliminarUn abrazo y disfruta.
¡Hola Olga!!!
ResponderEliminarPaso de nuevo porque necesitaba volver al leer tus letras; y desearte una muy feliz semana.
Que haya salud y suerte. Un abrazo y mi estima. MARINA.
Gracias Marina no sé si sabrás que no me llamo Olga. Igual te has equivocado de blog. Sea como fuere gracias.
EliminarAbrzos
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Yo también Maribel
EliminarAbrazos
Amiga, que lindo, ¡leo este texto y me siento amado! Una grande la Belli.
ResponderEliminarGracias por compartirlo, le pone una sonrisa al comienzo de semana.
Besos.
Me gusta como escribe G. Belli y más cuando son recitados, algo a lo que te animo si puedes. Toda la humanidad necesita de éste antídoto que todo lo cura.
EliminarAbrazos Navegante
Qué precioso canto de amor a la especie humana y qué difícil es a veces amar a los humanos. Admiro a la autora de este poema porque lo siente y lo dice.
ResponderEliminarUn abrazo amiga.
Es cierto lo que dices es muy difícil amar a la gente y aceptarla tal y como son. Y de acuerdo contigo también en que si alguien como G. Belli, es capaz de componer así es porque está en sintonía con el latir de la vida siendo ésta alegre y triste a la vez. Felicidades por la exposición
EliminarUn abrazo amiga y gracias por ser tu.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarPrecioso, unas letras llenas de esperanza.
ResponderEliminarAmar a la humanidad es el Plan del Alma en encarnación.
ResponderEliminarUn Abrazo.