martes, 12 de julio de 2016

Desde el balcón de al- Andalus


"Las aldeas de Andalucía aparecen en medio de la verdura de los vergeles como perlas blancas engastadas en medio de esmeraldas".                                                                  "Ibn al Hammâra"

Aquellos que habéis viajado un poquito, incluso no muy lejos del  entorno, seguro que habéis observado y percibido el rastro de la actividad conquistadora,  defensiva y social que el hombre ha dejado tras de sí. 
Con la invasión musulmana -711- la Península Ibérica quedó dividida en dos partes, con algún que otro cambio en sus límites geográficos y con dos modelos de sociedad bien diferenciadas: Por un lado el norte peninsular con sus correspondientes reinos cristianos y por otro  al-Ándalus cuyo momento de mayor resplandor se alcanzó con el Califato de Córdoba hasta que en 1031, al- Ándalus, debido a disputas internas del Califato, fue debilitándose y fragmentadose en los conocidos reinos de Taifas. A partir de entonces se inició un periodo de "reconquista cristiana" sobre territorios que en algunos casos  llevan por apellido "frontera".  
La superioridad de aquella cultura se dejó sentir no sólo en los territorios conquistados, sino en otros muchos ámbitos como por ejemplo el mundo de la cultura, la ciencia y las creaciones artísticas, cuya belleza admiramos.
Sobre aquel legado perduran a través de los siglos como testigos silentes algunos de los pueblos que hoy os muestro. Sus calles y sus piedras, sin jactarse de su valía y obrar, guardan huellas de una cultura instalada en unos espacios que impregnan gran parte del territorio andaluz. Trazados urbanísticos, sus estrechas y laberínticas calles, viviendas, puentes, tejas, son algunos de los elementos que conforman estos paisajes blancos. Son entornos de gran belleza. Pueblos edificados por el hombre como colgaduras de algodón sobre cumbres y laderas al capricho y acomodo del medio natural. 
Quizá sea una mirada muy personal y subjetiva lo que intento transmitir, pero siento gran emoción al contemplar los lugares que formaron parte de un legado tan importante.
 Mi intención no es ofrecer una clase de historia que para eso ya están los libros.  Lo que pretendo es pasar un ratito virtual lúdico y festivo por alguno de los pueblos que fueron testigos de la historia del al-Andalus.

Empezamos nuestro paseo por Setenil de las Bodegas, puerta importante de entrada hacia el reino de Granada. Fue sitiada hasta siete veces antes de ser reconquistada en 1484. De ahí su nombre "Septem nihil". 
















 

 
















































           

Paseando por Olvera, conocida también como Al-Berr, Olivera, Wubira o Uriwila. Reconquistada en 1327 por Alfonso XI.





































Paseando por Arcos de la Frontera o Arkos. Reconquistada por Alfonso X entre 1255 y 1264.







 

























Fotos Ardilla

Hasta aquí nuestro paseo por algunas de las perlas blancas de al-Andalus.      

  (Texto y fotos Ardilla)
























sábado, 2 de julio de 2016

Los juicios

                                                                 
Hace algunas semanas cayó en mis manos un pequeño texto cuya procedencia desconozco, y me hizo reflexionar acerca de la "pobreza" humana cuando enjuiciamos al otro sin saber lo concreto e inmediato de su vida. La advertencia dice lo siguiente:

"No hables de lo que no viste, ni condenes lo que tú no has sentido. Cada uno sabe el dolor que carga, el peso que lleva, la dificultad que pasa y las luchas que enfrenta. Todos tenemos nuestra propia historia de vida que no merece ser juzgada por quien no la vivió ni la conoce..." 

Como decía Ortega nos cuesta reconocer que cada persona es ella y sus "circunstancias". Desconocer que cada ser tiene su propia condición y no la que nosotros queremos exigirle, es a mi juicio,  una falta de compasión y amor hacia el otro. Nada hay tan miserable como empequeñecer el mundo de los demás por medio de nuestras ignorancias, manías y cegueras. El "juicio" nos lleva con frecuencia  a disminuir la realidad, suprimiendo y desgajando imaginariamente la esencia de un ser. Quizá porque nos negamos a reconocer la dimensión de profundidad del otro, dejándonos influenciar por las impresiones que nos producen. 
Mientras nosotros perdemos el tiempo en enjuiciarnos, la naturaleza con su sabiduría se abraza...





 Fotos Ardilla