domingo, 11 de junio de 2017

Desde un bello balcón


                                   "From a beautiful balcony"
El viajero cuando comienza su aventura por algún lugar del mundo, siempre tiende a priorizar aquellos enclaves emblemáticos, que por su belleza y singularidad piensa que van a fascinarle. Sin embargo pocos, entre las que me incluyo, son los que de tal aventura somos capaces de mirar con ojos de descubrimiento y sorpresa el paisaje y la fisonomía del mundo: aquella que nos conduce al gozo del ser y del estar conscientes en él.
Comencé mi viaje por uno de los lugares conocidos y divulgados por los "decimonónicos viajeros románticos". Espacios  de la Serranía de Ronda que albergan pequeños pueblos -todos ellos menos uno, Júzcar o pueblo pitufo -  son de color blanco y aparecen colgados   de las accidentadas laderas de los montes, como si de perlas blancas se tratara. Júzcar, Pujerra, Igualeja, Cartajima, Parauta, Faraján y Alpandeire: en el alto Genal. Jubrique, Genaguacil, Algatocin, Benalauría; Benaladid, Atajate, Benarrabá y Gaucín: en el bajo Genal. 
A vista de pájaro, todos ellos aparecen muy próximos entre sí. Sin embargo, sobre el terreno y debido a su difícil orografía y enclave - entre los 600 y 800 m. de altitud -  las distancias son  diferentes. Todos estos tranquilos pueblos, están conectados mediante débiles apéndices viarios; pequeñas carreteras serpenteantes que desembocan a la carretera que une Ronda con la Costa del Sol y la Bahía de Algeciras.
Os invito a "pasear" por uno de estos pequeños y bellos enclaves del bajo valle del Genal:  "Banu al Auria o Benalauria" cuyos habitantes reciben el gentilicio de "jabatos".
Benalauría  puerta y  encrucijada de culturas, fue zona fronteriza donde se asentaron algunos pobladores musulmanes - beréberes- en el 711 al mando de "El Tariq". En el año 1494, sus habitantes pasaron de  la condición de súbditos de los emires nazaríes a la de vasallos de los reyes castellanos:  primero bajo la jurisdicción del Conde de Feria y mas tarde del Duque de Medinaceli. Con el tiempo sus habitantes se vieron obligados a convertirse en "moriscos" y a permanecer bajo un régimen señorial que los consideraba algo así como esclavos. 
Sus paisajes están cuajados de alcornoques, quejigos, vides, cítricos;  algún que otro pinsapo, una gran variedad de flores silvestres y bosques de castaños atravesados por pequeñas sendas, cuya tonalidad en otoño se torna de colores ocres y rojos. Por lo que es conocida también como la "Ruta de Cobre" o el paraíso del "Marrón Glacé".
Todo ello adornado por el paisanaje: el verdadero ente vivo, que da sentido a la villa de Benalauría; un   bello balcón desde el que me asomo y percibo esas sensaciones que producen la grandiosidad del entorno natural. Basta adentrarse en lugares como éste para sentir como se detiene el tiempo, poder hallarnos a nosotros mismos y reconocer que hay paisajes que merecen más que una fotografía...
Decía Maria Zambrano:"Lo que sentimos nos envuelve", Dejemos pues, que éste patrimonio natural nos envuelva y hable por sí solo; aunque la paleta de colores y emociones las haya hecho una cámara.  
                                                                                 Ardilla


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   Energía Telúrica

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La vida da casi siempre valor a los que se sumergen en ella sin pedirle cuentas. "M.Zambrano"

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D. Diego Cueto, el que fuera cura de Benalauría en 1773, decía lo siguiente del pueblo: "Es su hechura a manera de una nave cuia proa mira al norte y popa al mediodía, su costado izquierdo está pegado al monte y cae al poniente y el derecho mira al levante con una vista mui dilatada, por lo que la baña el sol luego que nase"P. Sierra de Cózar (Revista Jábega, pp 3-15)

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martes, 21 de marzo de 2017

Filigrana de hierro y cristal

                                                                 
                                             
En la segunda mitad del siglo XIX y con motivo de la gran expansión  Industrial, surgió en muchas ciudades europeas una auténtica revolución arquitectónica. Revolución que se tradujo en el descubrimiento de nuevos materiales de construcción, así como en el empleo de nuevas y contemporáneas formas constructivas. 
Los nuevos materiales - hierro, vidrio, acero, hormigón- sirvieron a muchos arquitectos e ingenieros para conformar nuevas y voluminosas obras de arte.
España también tuvo su impronta en estas nuevas técnicas de la mano de arquitectos e ingenieros como: Alberto Palacio Elissague - creador de la gran cubierta de la Estación de Atocha- o Ricardo Velázquez Bosco, autor del Palacio de Cristal del Buen Retiro de Madrid. 
El palacio "invernadero" fue construido con motivo de la Exposición Universal de Filipinas - 1887- testimonio de la España decimonónica y su vínculo colonial con el sudeste asiático del Pacífico.
La innovadora composición, de aire ecléctico, ocupa actualmente  el solar donde en tiempos, se asentaba la fábrica de Porcelana destruida por el bando francés en la Guerra de la Independencia. 
El conjunto arquitectónico conforma grandes y diáfanos espacios. La base exterior del edificio está recubierta de ladrillo y detalles del ceramista  Zuloaga. Como resultado tenemos un bonito edificio - estufa-  con clásicas proporciones de estilo griego,  recubierto de cristal que deja pasar la iluminación natural acorde con cada estación del año. 
A continuación os dejo algunas imágenes -que valen mas que mil palabras- del emblemático Palacio y su entorno. Espero que disfrutéis de ellas tanto como yo cuando hice las prácticas de fotografía.

Ardilla
1.- He aquí la elegancia y belleza del palacio "levantado a la diosa Naturaleza para el culto de las flores y las plantas..." 
2.- Rodeado de Castaños de Indias
3.- Filigrana y su entorno 
4.- Motivos de la cerámica de Zuloaga ext. 1
5.- Una mirada hacia el interior
6.- Motivos de la cerámica de Zuloaga ext. 2
7.- Interior de columnas 
8.- Arcada desde el exterior
9.- Trébol
10.- Otra parte del trébol
11.- Vista de un lateral del pórtico de entrada
12.- Interior y bóvedas de cañón
13.- Linterna y trébol
14.- Interior, cubiertas, columnas, bóveda...
15.- Filigrana y pórtico de entrada con columnas  jónicas 
16.- Otra perspectiva del interior
17.- Estructura y luz

18.- Hierro, cristal y naturaleza
19.- Columnas y bóveda desde el interior
20.- Detalles de Columnas y cerámica
21.- Remate cornisa
22.- Estructura, luz, color
23.- Estanque artificial con cipreses
24.- Perspectiva  desde el balaustre de la terraza con vistas al estanque artificial
25.- Vista del edificio, la entrada y el lago artificial
26.- Vista en sepia a través de los cipreses
27.- A través de una ventana natural
28.- Vista central

Manuel Antón escribía en el periódico "El Globo" del año 1887  pag.  23 lo siguiente acerca del emblemático edificio: "Es el palacio de Cristal como una catedral de vidrio, de clásicas proporciones, sobre una colina de césped. Sus paredes y muros son inmensas y transparentes vidrieras sostenidas por jónicas columnas de hierro, dispuestas en tres naves sobre una traza de forma de trébol y coronadas por una inmensa cúpula, cuya altura alcanza 22,60 metros, que cubre un magno pilón destinado a las plantas acuáticas...."

Fotografía: Ardilla
Texto: Ardilla
Fuentes: Hemeroteca Digital. Biblioteca Nacional. Periódico "El Globo"