I Would have liked to be a child.
Su rostro mantenía la
expresión del miedo, aun así sonreía, y al sonreír, sus ojos se volvían tan
pequeños que parecían desaparecer entre los pliegues de su piel de bronce.
Mientras tanto yo apenas si hablé y durante largo tiempo me limité a escuchar
su lamento que me hizo estremecer y reflexionar en silencio.
“¿Hay
alguien ahí?... – gritaba - Tengo sólo nueve años… ¿me escucha?... ¡sólo nueve
años! Ahí arriba me llaman niño y quizá
todavía me esperen… Me gustaría ser uno de ellos, aunque me parece haber vivido
muchísimo. No sé qué delito cometí, quizá el haber nacido pobre, en un mundo de
miseria. Claro… y éste es mi castigo.
Me
asomo a la oscuridad como si ésta me
perteneciera y ¿sabe lo que me digo?... Esto
no es lugar para un niño… ¡Sacadme de esta noche oscura, sin luna y sin
estrellas!
No soy un despojo humano, soy víctima de una infancia presa. Viajad a la sombra conmigo; picad,
las entrañas de la tierra… Negro polvo, una mecha, cargadores y peonetas… Aquí
abajo tengo miedo, siento frío y mi cuerpo se estremece entre las tinieblas. ¡Sacadme
de la noche oscura, del corazón de la tierra!
Aquí
abajo nadie me espera salvo la muerte pero… ¡No dejaré que me venza! Sigo tenaz
en mi lucha; tengo sólo nueve años ¡libradme de mi pobreza! así podré percibir la fragancia de la tierra. Nunca he estado
allí, pero ¡dicen que es muy bella!. La oscuridad no me permite disfrutar como
debiera del “brillante amanecer”; aire, luz, agua, cielo… Sólo tengo nueve años…
me hubiera gustado ser niño; ¡Libradme de esta miseria!”
Ardilla
“Edgar” la historia viva de un niño sin infancia que trabaja en la mina. El drama de
los más de 200 millones de niños trabajadores que hay repartidos por el mundo.
Edgar es sólo un ejemplo de ellos.
La historia se repite y
parece ser que, al respecto, las organizaciones no son eficaces ni suficientes
para erradicar la situación. Para algunos el trabajo infantil forma parte del
orden natural de las cosas. Las familias en zonas deprimidas y con situaciones
precarias, necesitan para su
supervivencia, que el menor trabaje. Su sociedad construye para el niño lo que
tiene que realizar, y aquí la idea es que los patrones culturales justifican el
trabajo de menores, porque los recursos de las familias son insuficientes;
luego la educación queda por debajo de mínimos.
El relato de Edgar se
desarrolla en una mina artesanal del Perú un vasto espacio de desbordante naturaleza,
rico en minerales; que alberga el lago más alto del mundo, las míticas fuentes
del amazonas y como no, las incomparables ruinas de Machu Pichu. Un país con
una historia encomiable y grandiosa. Confluencia de grandes culturas y cuna de
una de las más sobresalientes civilizaciones, llenas de mitos y leyendas como
fue el Imperio Inca.
Éste extenso Imperio tuvo,
en un tiempo, otras actividades además de la minería, como la agricultura, hoy
desaparecida. El vasto Imperio proporcionó
a sus colonizadores españoles, la explotación y exportación de sus recursos
naturales, que serían la base de la organización política y social de los
territorios conquistados. Con los recursos minerales, oro y plata, en nuestras manos, creamos un monopolio cuyos
beneficios iban a parar a la metrópoli. Anhelábamos sintetizar lo autóctono con
las nuevas aportaciones. Creamos
desajustes y fronteras; condicionamos la
vida de los indígenas, reduciendo su determinación y su población. España
intentó, en el Nuevo Mundo, organizar un modelo de sociedad que siguiese el
mismo esquema de la metrópoli, pero el resultado fue bien distinto. Se creó una
estructura política y administrativa discriminatoria para los distintos grupos
étnicos. Los nativos, sin distinción de edad; por ejemplo los niños, fueron
utilizados como mano de obra abundante y barata, forzados a trabajar en minas entre
otros trabajos; originando así el amargo sabor del miedo, el resentimiento, la
miseria y con ella la exclusión social.
Fue la gran empresa del Nuevo Mundo. No reparamos en los daños
colaterales y se impidió el ascenso social de las minorías criollas, dejando
así dos herencias. Una para las familias
indígenas o excluidas y otra para el resto de la humanidad; que utilizó el oro
y la plata como mecanismo controlador de la economía, como medio de pago y
enriquecimiento.
Todavía no nos hemos
enterado de que la infancia, por su falta de madurez física y mental, tiene “derecho
a cuidados especiales”, como así lo manifiesta la Convención para los Derechos del Niño del 2 de
Septiembre de 1990. Los “Estados partes” y las familias, tomarán las medidas
oportunas para hacer efectivos los compromisos aprobados. Entre ellos:
“asegurar la protección contra toda forma de explotación o trabajo peligroso”.
Edgar, como otros
tantos niños huérfanos de derechos, participa en trabajos “hondamente”
peligrosos. Su pequeña complexión le permite transitar y llegar hasta los estrechos
habitáculos donde un adulto no cabría. Perfora socavones con cinceles, prepara
explosivos, portea a sus espaldas la roca hacia el exterior, para la posterior
extracción del mineral. A veces, participa en la molienda y amalgamación del
mineral con el mercurio. A cambio recibe unas cuantas monedas, además de los correspondientes dolores de espalda,
rodillas, o afecciones pulmonares, producidas éstas, por inhalación de gases o
sustancias tóxicas.
Como decía Juvenal "El niño es acreedor al máximo respeto"
Ardilla
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